El Feminismo vs el Anti-feminismo

El Feminismo vs el Anti-feminismo

Antes de entrar al debate sobre quienes sostienen conceptos denominados feministas y aquellos que opinan en sentido contrario,  es importante conocer conceptualmente el alcance de este movimiento que empezó en 1792, finales del siglo XVIII. ¿Qué es el feminismo? Es un movimiento político, cultural, económico y social que tiene como meta lograr una sociedad más justa, donde hombres y mujeres tengan los mismos derechos y obligaciones. 

Con el pasar de los años, este movimiento ha logrado que la mujer pueda acceder a espacios pretéritamente restringidos como el acceso a la educación, especialmente superior, al sufragio, a diferentes ámbitos laborales, inclusive en niveles jerárquicos altos,  a poseer bienes, capital y patrimonio propio, entre otros derechos que hoy suponen ser normales y hasta rutinarios pero a los cuales su acceso por la condición de género era inexpugnable y a partir de la lucha tesonera e inclaudicable lograron romper las barreras a pesar de en su momento ser tan polémicos como ahora lo son el aborto o el matrimonio igualitario. 

Como todo movimiento que busca reivindicaciones sociales, difunde contenidos culturales, impulse tendencias políticas y desarrolla aspiraciones económicas, el feminismo, tiene varios espacios de pensamiento, en los cuales se encontrarán  personas de una línea mayormente radical y otras con posiciones más tolerantes. Ejemplo de ello lo podemos notar con aquellas personas que hacen presencia o se abstienen en las manifestaciones total o parcialmente nudistas. En el primer caso, consideran necesario exhibir su cuerpo desnudo de forma absoluta o parcial para generar un mensaje más fuerte y contundente, mientras que otros grupos, adheridos al concepto de fondo, prefieren optar por otras formas.

Para poder comprender mejor la amplitud del movimiento feminista, es importante conocer todas sus modalidades, entre las que destacan: el feminismo cultural, el feminismo liberal, el feminismo radical, el feminismo de la diferencia, el feminismo de la igualdad, el feminismo marxista, el feminismo socialista, el feminismo separatista, el feminismo filosófico, el feminismo islámico y el feminismo lésbico.

En conclusión, una persona se puede considerar feminista si está de acuerdo con que las mujeres deben tener el mismo trato ante la ley que un hombre, poseer los mismos derechos, beneficios y obligaciones atribuibles al sexo opuesto. La forma de expresarlo la define cada quién de acuerdo a su línea de pensamiento para llevar su mensaje feminista, pero bajo ningún concepto la modalidad de expresión debe definir al movimiento como tal sino únicamente a ese grupo determinado de personas.

Dicho esto, es importante ahora identificar quienes son los anti feministas. ¿Quién es anti feminista? La persona que no cree que la mujer está al mismo nivel del hombre y por ende considera que no merece el mismo trato ni respeto, sea porque la considera débil, sin la capacidad suficiente, carente de fortaleza emocional, todas ellas, meras excusas para justificar un trato diferencial entre los dos géneros. Es importante dejar en claro que discrepar con ciertas formas de pronunciamiento de algunos sectores del Movimiento feminista no equivale a estar en contra del concepto de fondo de la corriente, muy por el contrario, una feminista plena puede desaprobar ciertas formas de protesta y no por ello deja de serlo. A diferencia de aquello, el anti feminista es aquel que busca justificar el trato diferencial entre los géneros y así no considerar a la mujer con plenos e iguales derechos ciudadanos. 

El también llamado machismo, sinónimo del anti feminismo, es una expresión que lamentablemente nos hace vivir a las mujeres una realidad cotidiana y que se expresa de diferentes maneras. Unas lo sufren de una forma más violenta, ya sea en su lugar de trabajo o en su propio hogar y otras lo padecen de una manera más implícita que incluso a veces pasa hasta desapercibido. 

El machismo no engloba la agresión física o sexual a la mujer, también se refleja en injurias laborales como no retribuirla económicamente de la misma forma que a un hombre por el solo hecho de la discriminación de género; además, hay formas subliminales de afectar su autoestima o de provocar su rebeldía, como son las transmisiones de mensajes de subestimación a través de miradas, palabras y hasta con gestos sutiles pero llenos de menosprecio. Esa manifestación “machista” puede ser muy variada, pasando desde lo violento, como lo es un golpe físico hasta lo moral cómo puede ser el caso de una niña a la que se le posterga su educación en beneficio de su hermano en una familia carente de recursos económicos, haciendo prevalecer añejos y caducos criterios de que la prioridad la debe de tener el varón pues será en futuro el propulsor de la economía, en detrimento de la niña que finalmente deberá aprender quehaceres domésticos para atender en el futuro a su pareja conyugal. 

Ejemplos de estos pensamientos discriminatorios de género lo tenemos en el ámbito de la fuerza pública cuando en alguna época pasada y afortunadamente extinguida, se impedía la inclusión femenina bajo el argumento de ser el sexo débil, no apto para carreras de aplicación armamentística. No deja de ser discriminatorio y eso lamentablemente es un pronunciamiento actual, cuando dicen “El esposo es mandarina” porque deja que su mujer tome decisiones hogareñas o de pareja, pero en cambio se ve normal que sea el hombre el que conduzca las riendas de la casa o de la relación y cuando aquello ocurre no se la identifica con ninguna frase que de alguna forma exprese una excepcionalidad, pues se lo considera de lo más normal. Ese machismo brutal se expresa a veces en la misma alcoba, donde las mujeres son tomadas como objeto sexual, incluso atribuyéndoles la obligación de cumplirle conyugalmente al marido y para ello, sin tomarse en cuenta su estado de ánimo o lívido, terminan siendo meras piezas de satisfacción para el iracundo varón al que incluso hay que fingirles una satisfacción que no se siente para terminarlos de complacer y hacerles crecer el ego viril. Claro, todo ello, cuando el acto sexual no se desarrolla en el marco de la armonía y deseo mutuo sino únicamente tiene como objetivo satisfacer a la parte masculina, en detrimento sentimental de la pobre fémina a la que se le termina causando sufrimiento y dolor. Más penoso es el hecho de que esto afecta a un gran porcentaje de la población conyugal.

Pero hay algo que es más grave y termina convirtiéndose en una especie de autogol. Esas expresiones machistas a veces son fomentadas de forma voluntaria o involuntaria por las propias mujeres, muchas de ellas inmersas en una vorágine cultural o social que terminó de secuestrar su propia independencia. Cuántas veces no escuchamos a una mujer decirle a otra: esa “fulana” se merecía eso por andar de loca, o la mujer debe someterse al marido porque así pegue o mate, marido es”. Se escuchan también cosas como “Ella debería trabajar menos para que le dedique más tiempo al marido y a sus hijos, antes que el marido la cambie por otra”, “Estas muy gorda o ponte maquillaje para que te veas mejor”… y así la lista es interminable de tantas frases construidas por las propias mujeres en detrimento de sí mismas. 

Es nuestro deber como ciudadanas darnos cuenta cuando caemos en acciones machistas, ya que desgraciadamente a veces incurrimos en ella llevados por raíces culturales. Debemos aplicarnos con mucha inteligencia y estar atentos cuando notemos que estamos contribuyendo con nuestros dichos o actos a que las futuras generaciones crezcan con costumbres lesivas al género femenino.

Es importante siempre recordar que no porque uno no lo haya vivido en carne propia quiere decir que ese evento, accionar o episodio no se presente a diario. Si, has tenido la suerte de crecer en una sociedad más desarrollada donde las costumbres machistas no tienen la misma influencia que en otros lados, no vires la cara a otras realidades, pues en el mundo hay mujeres que sufren sus consecuencias. Miles de niñas, adolescentes, jóvenes y personas mayores terminan siendo víctimas al no tener una sociedad equitativa e igualitaria donde los derechos de las mujeres no son respetados o son mermados en relación a los del género opuesto. Es importante crear conciencia y contar nuestras historias para que no se vuelvan a repetir.  

 

4 Responses

  1. Olga Andrade says:

    So nice and is aur reality in Ecuador congratulation

  2. Gabriel Mora says:

    Muy interesante lo que dices y ojalá cada vez tengamos una sociedad más justa para todos y cada uno desde sus espacios sigan forjando espacios de convivencia dignas donde el hombre y la mujer puedan tener las mismas oportunidades y derechos.

    • Jazmin Harb says:

      Muchísimas gracias Gabriela por tomarte el tiempo de leer y de comentar. Es importantísimo entender que la mujer es igual de capaz que cualquier hombre. Las limitaciones están en la sociedad y en la mente cerrada. Sí todos tenemos el espacio que nos merecemos en la sociedad pudiéramos aportar muchísimo más. Te invito a que sigas leyendo mis artículos, todos los domingos habrá uno nuevo. Gracias de antemano por tu apoyo y sobre todo por tu aportación a mi blog.

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